Subiendo por Marques de Santa Ana, hace escasamente una semana los Doors se apoderaron de mí, y hoy todavía “The end” Martillea mi cabeza. Por desgracia no soy el capitán Willard, tratando de hipnotizar su resaca con las aspas de un ventilador, una húmeda y pegajosa mañana en Saigón.
Todas las películas acaban, aunque parezca imposible, hasta la trilogía de “El Señor de los Anillos acaba. Quizá por malos vicios rockeros, soy muy de clamar por un último bis, aunque sea muy evidente que el concierto ya ha acabado hace mucho rato. El público se ha ido y sólo un pipa cargado de hombros, asiste atónito al patético espectáculo de alguien que se desgañita pidiendo quimeras imposibles.
Yo no tengo derecho a pedir nada, y de hecho, me reconforta pensar que no lo pido, es ésta una de las mentiras más grandes en las que vivo.
Pero para daño el daño que nos hace el cine en mi cabeza había dibujado un final un poco más épico, no me hacían falta violines, ni siquiera un beso apasionado, tan sólo y un rato, alguna conversación y tal vez un socorrido: “¡Siempre nos quedará Madrid!”
No pasa nada, el exceso de semanas de rodaje y lo innecesario de ahondar en un guión antiguo hicieron precipitar un final distinto del que yo imaginaba.
Pero ¡Qué demonios! ¿Cuándo una película ha acabado como yo quería?
Ahora te embarcas en una de aventuras, que está por escribir, con un montón de sugerentes exteriores. No me cabe ninguna duda de que harás de ella una obra maestra. Si me invitas iré a verla encantado.
Si naces en Memphis el mismo día que un alma buena intenta acabar con Ronald Reagan, si una noble dama con más experiencia te guía por el paraíso del sexo y el Valium y como el alumno más agradecido y aplicado falsificas recetas, te encaloman, te acoge un resort penitenciario y tu cristiana familia te repudia y vagabundeas por las calles.
Y desde lo más profundo de Texas decides optar por la guitarra en vez de por la escopeta, con lo que viste una buena masacre de ex convicto desequilibrado ¡Ole tus cojones!
El pasado martes el pizpireto Micah P. Hinson, con su desgarbada figura a lo Jerry Lewis, ofreció en el teatro Lara, de Madrid ante un generoso plantel de “Wayones”, dignos del mejor suplemento de tendencias, un delicioso concierto lleno de matices, que transitó, sin estridencia alguna, del más leve susurro a arrebatos repentinos de un guitarreo casi diatónico.
La visita le sirvió como presentación de su cuarto disco “Micah P. Hinson and The Pioneer Saboteurs” con doce canciones exquisitas, con temáticas que sólo puede tratar alguien cuyos veintinueve años han cundido mucho.
¡Me rindo a sus pies Señor Hinson!
La canción se titula "On my way"
La inercia es una fuerza tan monótona que ni siquiera te marea. La voluntad no es un musculo, pero si no se ejercita también se atrofia.
Cuando ante la reiterada frustración te conviertes en sepulturero de tus propios deseos, haciendo horas extras para que nadie huela, siquiera, la pandemia. Enterándolos profundo en tu gran fosa de genocidio, olvidando que la mayoría no murieron de viejos sino porque tú les negaste el auxilio, es fácil dormirse agotado pensando que sus cadáveres ya nunca más te recordaran como era la vida por la que habías apostado.
Pero al despertar de ese coma auto inducido todo sigue igual, sólo que has elegido vivir en una caja de zapatos en lugar de intentar explorar un universo más o menos infinito. Cual hámster enjaulado das vueltas en la rueda porque se supone que hay que darlas y roes porque tus tripas te lo piden.
Mas hasta en el más burdo terror de serie B te enseñan que de ninguna morada asentada sobre un cementerio puede salir nada bueno. Allí sólo hay sitio para alimentar tus propios fantasmas, dejarte mecer en tus telarañas, allí no hay Rambos que puedan sacar del infierno.
Es costoso levantar la cabeza pero si se consigue, con un poco de suerte, te das cuenta que hasta en el averno hay ventanas, para dejar correr un poco el viento.
Se ve un horizonte, caminaré hacia él, que felicidad si me salen ampollas en los pies.
¿Por qué pasa al acervo cultural de una sociedad algo tan mezquino como “Mal de muchos consuelo de tontos”? Un pensamiento que cuando no es tiñoso, es resignado dos actitudes muy cristianas, ellas, y poco constructivas.
¿Por qué no se ha transmitido generación tras generación, algo más tipo “Bien de uno regocijo de todos”? No lo sé, quizás se trate de una perniciosa soflama cercana al comunismo.
Yo soy una persona de gran catadura moral, ni mucho menos creo en la bondad intrínseca del Ser Humano… hippielonadas por el estilo. Lo que sí es verdad es que, que les vaya bien a algunas personas, me produce gran felicidad. Qué sé yo, tendrán una alegría muy contagiosa.
Imagino que esto, en cierta medida, te hace más vulnerable, sobre todo si depositas toda la felicidad en el otro y te olvidas de generar la tuya propia. ¿En el medio estará la virtud? No lo sé.
Pero larga vida a quien, generosamente, comparte su alegría conmigo y tiene el don de inocularme ilusión, espero que siempre me permitan estar cerca de ellos.
No pretendo robarles todo los vatios, debo auto abastecer mi propia red, pero sí que su luz me ilumine un poquillo.
EMI pagó 40.000 libras por grabar “ANARCHY IN UK” Lo que pretendía ser “Mugre y furia” se tornó desde un principio en el lucrativo negocio de la inmundicia.
No es de extrañar que en Palermo sean constantes los conflictos con el sindicato de limpieza o que en la ficción Tony Soprano, un padre de familia ejemplar, dedique su vida a la gestión de residuos en New Jersey.
Sin futuro, Esnifando pegamento o Haciéndotelo tú mismo, gestionar la basura es negociazo para los capos ¿Verdad Sr. McLaren? ¡Qué Dios le tenga en la gloría!
Al menos se fue, viendo el “Triunfo de su voluntad”. En la Gran Vía madrileña las tiendas de discos han sido desplazadas por grandes escaparates luminosos repletos de camisetas marineras con fotos de Johnny Rotten, imperdibles y cintos de tachuelas… La “raidura” ha llegado a las pasarelas, y los muñecos de Joey Ramone a las estanterías de los que solíamos ir escuchando Rock and roll al High School.
MALCOM McLAREN (22/01/1946 - 08/04/2010)
Vivir no tiene ningún merito. Sobre todo cuando lo haces Like a rolling stone, dejándote llevar por la inercia de la corriente, vaciándote de expectativas para no llevarte palos.
Vivir sólo tiene algún merito si se te puede imputar la vida que llevas, si vives como un Rolling Stone, cayéndote de cocoteros y esnifándote las cenizas de tu padre, por ejemplo. Si hay una elección en tu modo vida, quizás tenga algún sentido juzgar si la opción escogida tiene algún merito.
¿Pero qué hay de “heroicidad” en vivir como la vida te deja? Tratando de capear el temporal lo mejor que puedas o que sepas… eso lo hacemos todos, todos los días. Acondicionarnos la vida lo mejor posible, dentro de nuestras posibilidades, toreando lo que viene desde la apatía de que los días vayan pasando.
Merito tiene valorar todas tus posibilidades vitales y optar por la que parezca mejor, ya sea viajar a las antípodas, volar por una ventana… Ahí está el valor.
Como si se tratara de ir a comer al Bulli me han dado cita para el 28 de mayo, un día que parece abocado a ser considerado un punto de inflexión, una fecha idónea para iniciar un viaje que cambiará tú vida para siempre. Veremos si en la mía también lo es.
Me resulta muy entrañable y me hace mucha ilusión la coincidencia de que siguiendo rutas absolutamente distintas, vayamos a comenzar juntos, un viaje de alentadores paisajes y destinos inciertos.
No sé cuánto durará el mío, lo mismo llego yo antes que la postal, pero me da igual. Bendito un poco de aire fresco en esta polvorienta habitación con hedor a naftalina, que hace algunos años renunció a volver a ser abierta. En un principio, hasta me divertía jugar con las pelusas, al no haber otra cosa, incluso partiendo de ellas te puedes imaginar todo un mundo. Pero últimamente me vuelto asmático, las pelusas y el polvo me venían asfixiando.
De nuevo la contradicción, yo esperaba reconciliarme conmigo, a base de no esperar nada, que yo no me metiera con nadie y que nadie se metiera conmigo. Y ahí estoy, otra vez depositando las ilusiones fuera, en personas que han labrado su propio camino, en locales que no terminan por aparecer, y ahora en “milagros” en los que creer.
Pero ¡Que coño! Yo no sé vivir por vivir, vegetando sin perseguir algo. Además no pretendo que me dejen la habitación como una patena, nunca lo fue, simplemente aspiro a limpiar un poco las pelusas para poder ver algo de sol entrar por la ventana.
No es tanto ¿No? Así que quién sabe… Ya nos contaremos a la vuelta.
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