1/20/2010

Entrañable boina verde

Publicado por Olga Zaneria |


Con la cobardía de un soldado raso, agazapado en el último rincón de la trinchera, observaba asombrado la destreza con la que se mueve en el desolado campo de batalla. Es increíble, cómo aun habiendo contemplado tanto dolor a la vida no le resta ni un ápice de valor.

Con paciencia cubrimos periodo de instrucción, hasta me enseñó a pedalear en una bicicleta de herrumbroso metal, jamás le importó que hubiera un lisiado en tu unidad. Su único objetivo era enseñarme a disfrutar y a pelear.
Ahora yo vuelvo de permiso, un marine que se ahoga en una piscifactoría, un artillero al que hasta los tiros con corchos le hacen heridas. Digo ¡Ya no puedo más! Me quiero retirar… no quiero un despacho de alto mando, sólo quiero ser un humilde criador de gusanos.

Y usted postrado en una cama de hospital, me dice “Hasta la más profunda metralla, algún día, ya no sangra. Ve y libra tus batallas, allí estaré yo, cubriéndote las espaldas.

- ¡Sí, señor. Gracias por todo, Señor!

1 comentarios:

Herr Trauriger dijo...

Dele Fuertes Abrazos al Señor del Hospital Señorita Olga.

Y digale de Paso que la siguiente en los Borrachos la Paga quien Ahora Redacta