Cuando no sabemos qué es algo, enseguida vamos al diccionario a buscarlo. Necesitamos definir las cosas para poder maniobrar con ellas, para saber a qué atenernos.
Los sentimientos caben en una enciclopedia, los aparatos electrónicos tienen manuales de instrucciones que nos ayudan a no usar el microondas para ver el “Sálvame” en alta definición.
E incluso nosotros mismos, necesitamos definirnos para saber quiénes somos y proveer a los demás de un etiquetaje, claro, homologado por La Comunidad Europea.
Para esto son muy útiles los partidos políticos, las tribus urbanas, los equipos de futbol… Cuando la filiación política te la lega, en el testamento, tu tatarabuelo, o la ideología te la venden en H&M los principios no duelen, cambian con facilidad. Hay quien a eso lo llama madurar.
Pero para alguien que creyó ciegamente en la revolución del 17, es muy difícil reconocer los desmanes de Stalin. Porque quizá le llevaría a reconocer que ha malgastado su vida.
Algo parecido ocurre cuando al cabo de unos años descubres que la definición que te habías hecho, esa que pensabas que te hacia una, razonable justicia, esa tarjeta con la que te presentabas a los demás es MENTIRA, una ensoñación pueril. Ya te gustaría que esa definición remitiera a ti.
¿Qué hacer? ¿Seguir abrazando la engañifa o asumir que hemos malgastado la vida?
Aviones en el bosque
Hace 2 años
3 comentarios:
Ni lo uno ni lo otro. Redefinirte.
Noble Dama mi Vida la Malgaste en el Momento que la Conocia a Vos
Aun la Rajo de Arriba a Bajo ,despues de Revantarla la Cabeza a base de Ostias bien Hechas,bien Dadas y mira estas con Con Principios e Ideales.
Despierte Mañana y piense de vos lo que le de La Gana,que a mi con eso me Sobra .
Olga, he estau mala toda la semana.
Yo tengo excusa buena para actualizar poco.
Pero cuál es la suya!??
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