Camino por la terminal hasta llegar al control policial. Una gota de sudor frío recorre mi frente, el arco de seguridad se levanta inexpugnable ante mí.
-Deposite todos sus objetos metálicos en la bandeja.
Las piernas me tiemblan ostensiblemente. En cualquier momento el guardia civil se dará cuenta… todo se acabara.
El tiempo se para, de esos siete pasos me separa una eternidad.
¡Alto!................................................................................................... Se le olvida el móvil.
¡¡¡No lo puedo creer, he pasado y no ha pitado!!!
Con total tranquilidad paso la puerta de embarque y accedo al avión.
Me dan las buenas tardes y me ofrecen la prensa.
¿Pero cómo es posible? ¿Es no que no ven que soy una TERRORISTA SUICIDA? Voy armada hasta los dientes. Mi bolsillo secreto, el que nadie puede ver, está repleto de armas mortíferas: Frustración, inferioridad, miedo, vulnerabilidad y mucho afecto que no hay donde guardar…
Todo lo necesario para poder inmolarse en cualquier momento.
Aviones en el bosque
Hace 2 años
2 comentarios:
No, chica, ese tipo de bombas nunca se ve venir. Ni siquiera cuando te explotan en la cara pareces cobrar conciencia. Ni siquiera cuando es tu propia bomba la que te explota entre las manos.
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