4/06/2010

Las tortugas no quieren pintar nada

Publicado por Olga Zaneria |


Hasta el turrón “El Almendro” se pone revenido si no se vigila la alacena. Volver a casa por navidad no siempre es tan reconfortante como promete la publicidad.

Es el riesgo de anclarte en recuerdo, mientras tú crees que es sólo un ALSA lo que te separa de aquel verano del 93, afortunadamente la gente sigue viviendo. Por no subir a menudo, la casa del árbol parece ahora es un trastero.

Pero resulta que no hay patrias grandes ni chicas, ni refugios antinucleares, donde escapar de un Def con seis. Da igual lo que ponga en reverso de tu carné. Tú eres tu propio piso de protección oficial, si es de ti de donde te quieres mudar, ni Norman Foster sería capaz de construirte un hogar.

Me he comprado una tortuga, paso horas mirándola, quiero aprender de ella y hacer de mi caparazón la más confortable mansión.